jueves, 13 de mayo de 2010

Él que ama.

Quién no ha visto el día marchitarse en el ocaso que este produce, quién no ha visto fijamente esa luz que se apaga en los ojos de la dama que le acompaña en los pasos de su vida, quién no se ha creído más grande que el propio universo, quién no ha pensado en haber encontrado la forma de detener el día y no dejar que la noche caiga.


¿Quién de verdad evito que en los ojos de aquella bella mujer, esa luz se mantuviera prendida, aún después de mil tormentas, aún después de aquella dura desilusión, por ver terminar aquello que se palpa como relativo?


Quién más, sino, quien de verdad ama.


¿Y quién es ese que en verdad ama?


Quién finalmente tiene lo que por naturaleza le pertenece, quién no se perdió en noches de desolación, quién no gano ni perdió, solo entrego, el que ama, quién no se hecha al olvido y se entrega a la desgana, el que no promete para quedar en paz, sino el que tiene paz y por eso promete, el que tal vez sabe que siempre existe otra forma de expresarlo o decirlo.

Y por eso escribe.


I. G.


Copyright © Irvin Guiovvani García González

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